La pintura de Ramón Gaya, “niño prodigio” de la pintura –empezó a pintar de manera profesional a los diez años-, compañero de otros mayores que él, amigos de su padre, como Luis Flores y Pedro Garay y amigo en los años parisinos de Picasso y de los nombres destacados de los “ismos” del arte y de la escritura de aquel entonces, experimentó en el exilio un profundo cambio. En los años del destierro, primero en México -desde el año 1939 hasta el año 1956- y, más tarde, en Italia -desde el año 1956 hasta los años ’70 con un paréntesis en 1952-, la técnica pictórica y temática de las obras de Gaya llega a la maduración que se reitera en las obras de los últimos años del artista –“Yo no me repito, insisto” escribe el mismo Gaya-. Maduración ésta atestiguada teóricamente en los escritos Sentimiento de la pintura (1960), Velázquez, pájaro solitario (1969) y Diario de un pintor (1984). Tal evolución es subrayada por la presencia e insistencia de “los homenajes” que Gaya ofrece a la pintura clásica, a la que atribuye modernidad y actualidad en lo que describe como un fluir de la Pintura –con p mayúscula- desde el pasado hasta hoy en día. La pintura de Gaya en esta fase intenta reanudar el dialogo con la Pintura a través de las creaciones de los grandes maestros reconocidos por el pintor: en principio el citado Velázquez pero también Tiziano y Van Gogh. Nuestra propuesta pretende seguir el proceso evolutivo que la obra de Gaya experimentó en los años del destierro e intentar explicarlo con la ayuda de sus enjundiosos escritos.
Evolución de la pintura de Ramón Gaya / Durante, LAURA MARIATERESA. - (2015), pp. 325-343.
Evolución de la pintura de Ramón Gaya
DURANTE, LAURA MARIATERESA
2015
Abstract
La pintura de Ramón Gaya, “niño prodigio” de la pintura –empezó a pintar de manera profesional a los diez años-, compañero de otros mayores que él, amigos de su padre, como Luis Flores y Pedro Garay y amigo en los años parisinos de Picasso y de los nombres destacados de los “ismos” del arte y de la escritura de aquel entonces, experimentó en el exilio un profundo cambio. En los años del destierro, primero en México -desde el año 1939 hasta el año 1956- y, más tarde, en Italia -desde el año 1956 hasta los años ’70 con un paréntesis en 1952-, la técnica pictórica y temática de las obras de Gaya llega a la maduración que se reitera en las obras de los últimos años del artista –“Yo no me repito, insisto” escribe el mismo Gaya-. Maduración ésta atestiguada teóricamente en los escritos Sentimiento de la pintura (1960), Velázquez, pájaro solitario (1969) y Diario de un pintor (1984). Tal evolución es subrayada por la presencia e insistencia de “los homenajes” que Gaya ofrece a la pintura clásica, a la que atribuye modernidad y actualidad en lo que describe como un fluir de la Pintura –con p mayúscula- desde el pasado hasta hoy en día. La pintura de Gaya en esta fase intenta reanudar el dialogo con la Pintura a través de las creaciones de los grandes maestros reconocidos por el pintor: en principio el citado Velázquez pero también Tiziano y Van Gogh. Nuestra propuesta pretende seguir el proceso evolutivo que la obra de Gaya experimentó en los años del destierro e intentar explicarlo con la ayuda de sus enjundiosos escritos.File | Dimensione | Formato | |
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